Expectativa vs realidad: edición arcoiris
En noviembre, mi bebé cumplió dos años. Y como buena madre adicta, digo fanática, de Pinterest, planeé hacerle un festejo DIY en casa, completo con globos de colores, juegos inventados por mi (Martha Stewart, ¿quién sos?) y por supuesto, el elemento infaltable: la torta arcoíris, el Everest de la madre millennial.
Así que compré los moldes, los ingredientes y 237 paquetes de brillantina. Estaba lista. *Narrador: No estaba lista*. De forma totalmente inesperada dada mi extensa investigación y preparación de buscar un par de fotos y mirar un tutorial de YouTube, la torta no salió como quería. Las tortas de Pinterest eran divinas; la mía seguro tenía una gran personalidad.
Los bizcochuelos salieron como siete panqueques desinflados con los colores del arcoiris (rojo, naranja, amarillo, ira, depresión, aceptación, violeta), y la decoración no pudo esconder la calamidad que había debajo. Fue un desastre total. Al menos sólo me llevó 7 horas y me comí la mitad de los ingredientes.
El siguiente paso fue planear las actividades. El problema es que como madre que tiene que cuidar a su hijo, trabajar, cocinar, limpiar y tener una vida todos los días, me olvidé que tenía que cuidar a mi hijo, trabajar, cocinar, limpiar y tener una vida todos los días, por lo que el tiempo de pensar actividades fue escaso. Por suerte los abuelos de mi hijo respetan todos mis pedidos de no comprarle más juguetes comprándole más juguetes, por lo que tenemos una colección de autos, puzzles, peluches y bloques que son actividades en si mismas, y solo la mitad están pegajosos.
Así que el día del festejo me levanté a las 6am a ordenar la casa, inflar globos, presentar la comida, y llenar el patio con pelotas, autitos y todo tipo de juguetes; y todo ese esfuerzo y cansancio valió la pena al ver la cara de felicidad de mi hijo cuando ignoró todo lo que había preparado y se puso a jugar con una piedra.
Feliz cumple, mi amor. El año que viene hacemos algo que implique menos planes, tiempo y dinero, como ir a Disney.
Adivinen cuál es la mía
